Después de 40 años

El 21 de octubre era un día especial para los ex-alumnos de la XIX promoción de La Farga, “Pic d'Eina”.

Ese día se iban a volver ver en el colegio, después de 40 años de haber pisado por primera vez La Farga. Muchos no se veían desde hacía 28 años, y no eran pocos los que habían estado allí solo hasta 8º de EGB, más de 30 años atrás. La iniciativa había surgido en mayo, donde un pequeño grupo inicial de whatsapp creció gracias al boca oreja, hasta llegar a ser unos 90 miembros. Y pronto se fijó una fecha con el objetivo de reunirnos los que pudiéramos con nuestras familias.

Rebuscando entre los recuerdos, alguien encontró las fotografías tamaño carnet que nos habíamos hecho en 6º, con 11-12 años. Habíamos cambiado tanto que iba a ser complicado reconocernos, así que alguien sugirió la posibilidad de hacer para nuestro evento unas acreditaciones con esas fotos. Gonzalo se encargó de diseñarlas, incluyendo nuestros nombres y remarcando la clase (A, B o C) a la que habíamos ido de 1º a 8º EGB y que tanto nos había marcado. La Farga nos facilitó los lanyard o cordones institucionales y un grupo de 4 alumnos de bachillerato que nos ayudaron en el evento se encargó de acabar de componerlas.

El 21 de octubre, a la entrada, esos mismos alumnos nos esperaban en una mesa situada a la entrada para entregarnos nuestras acreditaciones junto un pequeño pack de bienvenida que incluía una bolsa de La Farga con el polo de alumni y una imagen de la Virgen con las palabras que se leen en la última piedra: Per forjar homes de seny que facin dels seus coneixements culturals un instrument de servei als altres i cristians que visquin profundament la seva fe va néixer La Farga.

Para recordar a David, Andrés y Franc, los tres ex-alumnos que han fallecido en estos años, Mn. Pere Calmell nos celebró por la mañana una Misa en su memoria. Y al salir de allí, comenzaron los reencuentros. Algunos no habían cambiado tanto; con otros en cambio era necesario recurrir a las acreditaciones. Grandes abrazos y largas conversaciones en un ambiente que tenía algo de mágico. Porque muchos no nos habíamos visto desde hacía 30 años y de pronto nos abrazábamos y hablábamos sin parar... ¿Cómo era posible?

Al final fuimos más de 50 alumni, incluyendo a Ángel que vino desde Alemania y a Xavi, desde Suiza. Muchos venían con sus mujeres e hijos a los que mostraban el colegio donde habían estudiado de pequeños. Así que en total éramos entre 160 y 170, a los que había que sumar a los profesores que habían querido acudir a esta fiesta: Domingo Tomás, Ricard Martí, Pau Juventeny, Xavier Plazas, Pep Solè, José Luis Adam, Antoni Berbel, Manuel Decastro, Pere Terrades... Aunque para casi todos seguían siendo Sr. Tomás, Sr. Martí o Sr. Juventeny. Y como comentaba Xavi a uno de ellos: “Es que yo no le puedo tratar de tú, le tengo que tratar de usted”. Viejas costumbres que con los años es difícil cambiar.

Enric, Jaume, Diego y Juan demostraron sus habilidades gastronómicas al preparar cuatro enormes paellas para 40 personas cada una. Comimos bajo los pinos de las pistas de cemento, con la ayuda de una veintena de mesas y sillas que nos cedió el Ayuntamiento, y unas neveras de bar que nos prestó un amigo de Borja para mantener frías las bebidas. Mientras comíamos jugaban por la zona los más pequeños, que previamente habían comido a base de frankfurts. Los cuatro alumnos de bachillerato, que habían preparado ese comedor improvisado al aire libre, nos ayudaron también a repartir el aperitivo, la bebida y los cafés.

Después de comer no podía faltar las fotos de toda la promoción: una solos los alumni, otra con los profesores y la última con todas las familias. De todo esto se encargó Pepe, que fue tomando fotografías durante todo el evento. Justo después y subidos a un escenario instalado también por el ayuntamiento, Pep Solè, Domingo Tomás y Manuel Decastro recordaron algunas anécdotas de nuestro paso por La Farga. Y justo después Fernando, como delegado de la promoción, nos dirigió unas emotivas palabras que evocaban el discurso que él mismo había pronunciado el día de la imposición de becas, cuando estábamos a punto de salir de La Farga. Es imposible resumir aquí lo que nos dijo, ni describir el ambiente que se respiraba durante esos 10-15 minutos que duró.


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