Entrevista al alumni Pablo Rojo

Hoy os compartimos la entrevista con Mn. Pablo Rojo de la promoción 23ª Puigmadrona 1987-1999.

Pablo, ¿en qué año acabaste de estudiar en La Farga? ¿Cuál ha sido tu proyección tras haber salido de La Farga?

Nuestra promoción fue el último COU, cuando todavía estudiar en el colegio era algo serio (es broma). Me impresiona pensar que fue al final del siglo pasado, justo antes de que llegara el Euro a nuestras vidas, quitaran la mili (ahora quién sabe qué es eso), o pusieran barreras en las taquillas de la estación de Mira-sol para pagar el billete.

Si La Farga deja un poso especial en todos los Alumni, considero que como Obélix yo me caí en la marmita, porque en 2º de carrera ya me acogieron como becario. Como buen ojeador, Pepe Rodríguez fue "fichando" alumni que podrían encajar como futuros profesores, y yo fui uno de ellos. Tras acabar Humanidades en la UAB y Magisterio en la UIC estuve de tutor en Primaria hasta 2009. Mi primera clase consistió en dar una sustitución de mates de Juan de Dios Padilla, precisamente en 4º de Primaria, en la misma aula donde de pequeño hice las pruebas de ingreso en el cole y en la que 4 años después pensé que lo mío sería ser profesor. ¿Casualidad?

En 2009 dejé este proyecto profesional por otro inesperado: me fui a Roma con una beca para ponerme en manos de Dios y prepararme para ser sacerdote. Una experiencia única, súper enriquecedora. El espíritu de La Farga, junto a la puntual felicitación navideña (mítica) y visitas esporádicas de alumni, padres del colegio o profes hasta la ciudad eterna, me acompañaron todo ese tiempo. En Roma seguí colaborando hasta 2018 en proyectos de formación de clubs juveniles, casi como aquí, pero a la "romana", aportando y aprendiendo. 

Mi primera labor como capellán también fue en el colegio Erain, de San Sebastián, y la atención de clubs y colegios mayores de la ciudad donostiarra. Otro paisaje, otra gente, muchos pintxos, mismo espíritu y mismo cariño, y esta vez a lo vasco, es decir, a lo grande. Y de allí, el regreso del hijo pródigo a estas tierras el curso pasado. 


¿Qué profesores te marcaron más en tu etapa estudiantil? ¿Sigues en contacto con alguno hoy en día?

Uno de los que marcó nuestra promoción fue el ya he mencionado a Pepe Rodríguez, que en paz descanse. Era el jefe de sección cuando hacíamos 7º, 8º y BUP. Un tipo tan serio como buen profesor, y a mí al menos me infundía mucho respeto. La verdad es que a los adolescentes nos ponía en nuestro sitio.

Podría mencionar a muchos, pero si debo destacar a alguien, este sería Viktor Martínez. Vivía la literatura como si todos los días desayunase con Unamuno, Cervantes, Shakespeare, Lope de Vega..., y nos los hacía asequibles como si se tratase la alineación de la Selección española de fútbol. Es de los que se quedaba a escucharte tras una clase, conseguía que nos merendáramos "Cinco horas con Mario" en un plis y que encima nos gustara. Creo que fue el causante de que estudiase Humanidades y siempre estaré agradecido.

Luego evidentemente hubiese querido mantener el contacto con muchos docentes de La Farga, como Ramón Serra, Pere Terradas, Tato Salvador, Pep Solé, el Bustins, Ricard Martí, Agustí Gómez, José Luis Adam, el Decas, Key Riera... y un largo etcétera. Con algunos de ellos lo he logrado, y me alegra que sigan manteniendo la alegría del servicio a los demás. 


Háblame de tu promoción “Puigmadrona 1987-1999”. ¿Sigues en contacto con compañeros tuyos de promoción?. ¿Cómo es la relación después de haber acabado el colegio hace mucho tiempo?

Puigmadrona, la verdad es que (sin pensarlo mucho) elegimos bien el nombre de la montaña para indicar nuestra cercanía a La Farga; está justo enfrente y la hemos visto durante años desde las ventanas de las aulas. Mis compañeros de promoción son todos estupendos, y con algunos en particular mantenemos muy buena amistad. Alguna que otra boda y bautizos de sus hijos son de las cosas que ahora más non unen. Es posible que esta amistad empezara en clase, en el patio, haciendo campana..., pero se fortaleció en convivencias y, cómo no, jugando al futbolín del Manzana o del Enric. Los ratos más divertidos fueron jugando a básquet cursando COU: hicimos piña; habiendo jugado toda la vida a fútbol, decidimos montar un equipo para disfrutar, y lo cierto es que nos reíamos de las palizas que nos pegaban al principio. Algún que otro partido ganamos, y sin duda ahora esos y otros más seguimos siendo un equipazo de amigos: Gonzalo Loras, Ramón Catalán, Carlos Gil, Víctor Villa, Carles Sebastián, Alex Moreno, Jordi Woudstra..., y también el que nos espera en el Cielo Javier Urmeneta. 


Sigues vinculado a Institució Familiar d´Educació ahora como sacerdote en el colegio La Vall…¿Ha cambiado mucho la educación ahora de cuando estabas en el colegio?

Efectivamente, he vuelto a la familia de Institució una vez más. Quizás pensaban que ya se habían librado de mí, hahaha. Como alumno ves los toros desde la barrera, como profe ya sales al ruedo y como capellán es un gusto colaborar en esta tarea formativa de los coles de Institució. Sin duda hay mucho que hacer, pues las familias afrontan hoy en día retos educativos más complicados. Por eso pienso que si son grandes las dificultades, aún más serán los frutos de la tarea que tenemos por delante. 

Me gusta pensar en una frase que repetía san Josemaría: "Soñad y os quedaréis cortos". Es muy inspiradora para los educadores audaces, porque llena de esperanza. Y es que hemos de estar más contentos por lo que aporta cada colegio (La Farga, La Vall...) en las familias y en nuestra sociedad, que preocupados por sortear problemas. La profesionalidad ha aumentado, lo veo todos los días, y me siento orgulloso de pertenecer a un colegio donde la persona es lo primero. Ojalá que todas las alumni y todos los alumni se den cuenta del tesoro que tenemos y proyectarlo en el tiempo.

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